Cierto día, en la cocina de la casa de la abuela se había producido un gran revuelo. Las
especias y los condimentos, aprovechando que la abuela había ido con el abuelo
a una consulta médica, se habían puesto a discutir para ver cuál era el mejor
de todos.
–Yo
soy el más deseado –dijo el pimentón ¿No ven que lindo color tengo? El abuelo, cuando cocina, me pone sobre
las papas hervidas con un poco de aceite de oliva. Dice que las papas así, es
la comida favorita de los dioses.
–Mi aroma es indescriptible,
dijo la Nuez Moscada. La señora abre el frasco sólo para olerme. Ella dice que
sin nuez moscada, no se puede comer la salsa blanca. ¡Hasta la escuché
comentarle a las amigas, una tarde que vinieron a tomar el té, que quería
conseguir un perfume con mi aroma!
–Yo soy mucho mejor –dijo la pimienta
en grano. – cuando preparan pollo al escabeche, sino estoy yo, no lo pueden
hacer. Es la comida preferida del hijo mayor. Una vez agarró el frasco y dijo:
¿cómo puede ser que estos pequeños granos den tanto sabor a ese pollo?
Y, así, una por una, las
especies y los diversos condimentos fueron hablando acerca de sus colores y de
sus aromas, tratando de demostrar delante de los demás, que ellos eran
estupendos e indispensables. Las hojas de laurel, el ají molido, el tomillo, el
azafrán…
Sólo la sal permanecía
callada. ¿Qué podía decir ella? Pálida y sin aroma. Ninguno de los que pasaban
por la cocina decía algo de su color y menos aún abría el frasco para olerla.
Casi sin darse cuenta se les
pasó la tarde en ese debate que parecía que no iba a tener fin. De pronto, la
abuela entró a la cocina. Estaba con Sofía, una de sus nietas, y ya habían
vuelto de hacer la visita al médico. Estaba de muy mal humor porque el doctor
le había prohibido comer con sal.
–No te preocupes abuela,
puedes poner otros condimentos –le dijo Sofía.
Las especies hicieron
silencio y escucharon con atención.
–No es lo mismo. Cualquier
otro condimento le da un sabor especial a la comida, sólo la sal no deja rastro
y hace que surja el verdadero gusto de las cosas.
Cuando la abuela y la nieta
salieron de la cocina, dieron por terminada la discusión entre los condimentos.
Ya sabían cuál era la que
no podía faltar.
Mi Hermana nos ha traído de Barcelona, España, Sal Líquida.
Se trata de sal natural soluble que se dosifica con un
envase spray.
Suele tener mucho menos sodio que las sales normales y al
tener un dosificador hace que se pueda distribuir más uniformemente en las
comidas. Las sales convencionales contienen un 40% del
total de su composición en sodio. En las sales bajas en este elemento, el
porcentaje desciende hasta el 20%, pero lo que es más sorprendente es que esta
sal líquida tiene solo un10%.
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